Actividades Guía: Verdadero o Falso







Video de los Pueblos originarios de Chile

GLOSARIO

Pifilka: Silbato rústico de un solo orificio, sin un tono determinado y con sonido muy agudo. En la cultura mapuche representa a un ave llamada "ñandú" llamando a sus hijos. Son los pitos que usualmente ocupan los Kuriche, durante la rogativa mapuche. 7 Ñolkiñ. De metal o de arbusto. Este instrumento puede ser de cañería de cobre de vehículo, porque es más moldeable. Su figura es similar a la Trutruka con la salvedad de que en uno de sus extremos lleva un cuerno de un animal nuevo u hojas de ñocha. Su particular sonido surge de la aspiración de aire.

Trutruka: Es un instrumento de viento difundido principalmente entre los mapuches de Chile.
El cuerpo tiene dos partes principales, que son el cuerpo y la bocina. El cuerpo de este instrumento está construido de caña, en este caso especialmente ahuecada de colihue de hasta 4 metros y la bocina posee un pabellón hecho con un cuerno vacuno despuntado, sujeto al instrumento con fibras vegetales o hilos de tripas de animales.

Kaskawilla: Instrumento de bronce, antiguamente era a base de calabazas. La Kaskawilla es tocada por las Ñankan, las asistentes de la Machi, en la rogativa.

Piloilo: Este instrumento musical mapuche es usado para alegrar las fiestas. Su estructura es de piedra o hueso. A diferencia de la Pifilka, este posee más de un orificio.

Kultrun: El Kultrun es el microcosmo simbólico de la Machi y de la Cultura Mapuche, en el cual se plasma su particular concepción espiritualista del universo. Es un tambor ceremonial que usa la machi en rogativas y rituales.

El Nquillatún es una ceremonia en la cual se congregan varias comunidades con el objeto de obtener buenas cosechas, o bien para ahuyentar calamidades como sismos, mal tiempo, erupciones volcánicas, etc.

Dialectos Yamanas

Wakimaala: Se hablaba en el Canal de Beagle desde Yendegaia hasta Puerto Róbalo, incluyendo Isla Ambarino, el Canal Murria e Isla Hoste.

Utamaala: Este dialecto se hablaba al este de Puerto Williams y la Isla Gable hasta las islas Picton, Nueva y Lennox.

Inalumaala: Se hablaba en el Canal de Beagle, desde la punta Divide hasta la península Brecknock.

Yeskumaala: Se hablaba en archipiélago del Cabo de Hornos

Llalumaala: Se hablaba desde Bahía Cook, hasta el Falso Cabo de Hornos.

Mulato: Fue llamado el último gran jefe de los Aonikenk de la Patagonia. Desde 1892, hasta la fecha de su muerte, en 1905, dirigió la comunidad indígena del Valle Río Zurdo.

El Palín: Es un juego comunitario que practican los mapuche con el objetivo de fortalecer la amistad entre el lonko y su lof o entre dos comunidades. Si bien el Palín es una competencia, el acento está puesto en el encuentro y la celebración, por eso se evita provocar daño físico en los contrincantes y se acompaña de ceremonias religiosas, baile y comida.

Tabletas de Rapé: En estos rituales, enmarcados en el ciclo agropastoril anual, sobresalen los ritos atacameños tradicionales, mezclados con rituales cristianos, constituyendo una expresión de sincretismo andino-cristiano.Se cree que los chamanes inhalaban un polvo proveniente de las semillas de una especie de acacia o tabaco en estos bellos artefactos, también ingerían líquido en gotarios para alcanzar el estado de trance.

Moai: Un moái (del rapanui moai, "escultura") es una estatua de piedra monolítica, que tenia la finalidad de proteger a los isleños, simbolizaba sus ancestros.

Inca: Los incas se trataba de una población que emigró hacia el año 1100 d.C., probablemente desde el Altiplano, hacia el valle de Cusco o Cuzco, donde durante casi trescientos años llevaron a cabo incursiones y alianzas con los pueblos de la zona. Con el paso del tiempo se convirtieron en un grupo muy poderoso e importante imperio.

Túpac Inca Yupanqui :quien como auqui (‘príncipe heredero’) continuó la expansión por la costa y la sierra norte, dominando a los chachapoyas, los chimú y otros pueblos importantes hasta el actual territorio de Ecuador. Posteriormente, ya como inca, se dirigió al sur, donde avanzó hasta el río Maule, punto que se convertirá en la frontera sur del imperio.

Patrilineal: en las sociedades basadas en el parentesco, los miembros de un linaje, clan o demás grupos afines suelen ser descendientes de un antepasado común. Este concepto es un factor unificador, pues dota a grandes masas de individuos de cierta cohesión para afrontar actividades guerreras o rituales, lo que les hace sentirse diferentes de sus vecinos y enemigos.

Ayllu: se trataba de una agrupación económica, localizada en un territorio concreto y delimitado, cuyo objetivo era el control colectivo de porciones de tierra y de trabajo, que estaba constituida por un grupo de parentesco basado en la descendencia masculina de un verdadero, e incluso supuesto o mítico, antepasado común, cuyos restos momificados eran venerados por los miembros del ayllu como si de un dios se tratara.

Rapa Nui

Rapa Nui
Ubicada en el vértice oriental del gigantesco archipiélago de la Polinesia, la Isla de Rapa Nui –también conocida como Isla de Pascua - tiene una historia muy particular. Desde su colonización inicial por inmigrantes polinesios, su extremo aislamiento favoreció el desarrollo de una cultura de rasgos únicos en el mundo, la que sólo ha podido ser reconstruida gracias al aporte de la arqueología y la etnología.
Hace unos tres mil años, navegantes procedentes del sudeste asiático se instalaron en las islas Tonga y Samoa, y a lo largo de los siguientes mil años iniciaron un proceso de colonización de la Polinesia. Desplazándose en oleadas sucesivas ocuparon la extensa zona situada entre Hawai, al norte, Nueva Zelanda, al suroeste, y Rapa Nui, al sureste. Hacia el año 600, arribó a la isla un grupo de colonizadores desde las islas Marquesas, que introdujeron una gran variedad de cultivos vegetales como el camote, el taro, el ñame, el plátano y la caña de azúcar, así como también la rata polinésica y la gallina que tuvo gran importancia para el intercambio. Según la tradición oral, el grupo habría estado encabezado por el Ariki Hotu Matu’a, quien fundó el linaje dominante que en el futuro controlaría el acceso a los puestos sacerdotales y políticos. Los hijos de Hotu Matu’a se convirtieron en los ancestros de las distintas tribus con un jefe supremo, el Ariki Mau.
Hacia el año 1.000, la sociedad de Rapa Nui alcanzó su máximo apogeo y experimentó un fuerte aumento demográfico, iniciándose la construcción de centros ceremoniales de culto a los antepasados, representados a través de gigantescas estatuas de piedra: los moais. En el contexto de una sociedad fuertemente estratificada, ordenada a través de linajes extensos que controlaban un determinado territorio, la construcción de altares a los antepasados y el levantamiento de los enormes moais, cumplían la función de reflejar el poder y cohesión interna de cada clan. El poder político estaba concentrado en el Ariki Mau, autoridad suprema de carácter hereditario, y en la casta sacerdotal, encargada de mantener las tradiciones religiosas y el culto a los antepasados. El crecimiento de la población, que se estima alcanzó a las 10.000 personas, hizo que la presión sobre los recursos y la competencia entre los distintos linajes, se hiciera más intensa. La situación llegó al límite cuando la deforestación casi total de la isla impidió construir embarcaciones que podrían haber aliviado la presión demográfica sobre alimentos insuficientes. Los requerimientos de la clase sacerdotal se hicieron cada vez más difíciles de cumplir, y el poder de los ancestros ya no fue suficiente para sostener la cohesión interna de los linajes y el delicado equilibrio social.
A mediados del siglo XVII, o quizás antes, la situación hizo crisis, estallando un feroz conflicto interno en el que la gran mayoría de los moais fueron destruidos por clanes rivales. El reacomodo a la nueva situación ambiental fue lento y difícil, y cristalizó en el culto a Make Make –el Dios creador- y en la ceremonia del tangata manu –hombre-pájaro, en la que los distintos linajes competían anualmente por el poder político. El ganador asumía un carácter sagrado, debiendo vivir solo y aislado; mientras, su grupo adquiría un poder despótico sobre el resto de la población, que incluía sacrificios humanos a los dioses para así asegurar el bienestar para el año. Estas prácticas renovaron constantemente las hostilidades entre los grupos, produciendo un clima de permanente violencia y crisis social.
Durante el siglo XVIII visitaron la isla los primeros navegantes europeos, que fueron quienes dieron a conocer Rapa Nui ante el mundo. El siglo XIX, una serie de expediciones esclavistas y la llegada de europeos inescrupulosos, hicieron que la población se redujera al mínimo, víctima de la caza de esclavos y la viruela. Las jerarquías tradicionales se desmoronaron y la llegada de misioneros católicos a la isla reforzó la creciente aculturación. En 1888 el marino chileno Policarpo Toro, tomó posesión oficial de la isla, incorporándola al territorio chileno. El gobierno chileno arrendó la isla a una compañía que la convirtió en una gran estancia ovejera, reduciendo a los indígenas a meros empleados de ésta. En 1966, Rapa Nui volvió al Estado chileno tras el término del arrendamiento, y, desde entonces, el desarrollo del turismo y la revaloración de su patrimonio arqueológico, han marcado una nueva relación entre sus habitantes y el Estado chileno.

Pueblo Aonikenk

Pueblo Aonikenk
Los Aonikenk o tehuelches, hoy extintos en el territorio chileno, pertenecen a un grupo nómade terrestre de la Patagonia. Son reconocidos como una de las etnias más altas del mundo, llegando a medir hasta 2 metros. Su territorio natural se extendía entre el Estrecho de Magallanes y el río Santa Cruz, el que recorrían cazando animales y recolectando el alimento que les proporcionaba la vegetación de la pampa. Los europeos, al verlos por primera vez, los bautizaron como patagones. Sus entusiastas versiones sobre las enormes huellas de sus pies, dieron orígen a la leyenda de los Gigantes de la Patagonia y al nombre con que fue designado este vasto territorio.
Con la adquisición del caballo, en el siglo XVIII, los Aonikenk ampliaron sus recorridos por la estepa austral mostrando gran destreza en el manejo de este importante medio de transporte.
Aonikenk y Selk'nam estarían emparentados. Algunas similitudes entre ambos pueblos son las características físicas, como su altura. También tienen un parentesco lingüístico, ya que ambas lenguas provienen de un mismo tronco lingüístico: el Tshon.

Características Físicas
Aunque los Aonikenk no fueron exterminados como sus vecinos Selk'nam, sufrieron un proceso de aculturación o pérdida de su cultura originaria. Al pasar el tiempo, mundo espiritual y aspectos de la vida cotidiana se fundieron con elementos de la religión católica y la cultura del colonizador.
Lo más dañino fue la introducción del alcohol y las enfermedades contagiosas, tales como la viruela, el sarampión y la sífilis.
Relatos de cronistas los describen como una nación cuyos individuos eran:
«de buen aspecto físico, complexión robusta, estatura aventajada, saludables formas y hasta agradable presencia (...). Visten con piel de animales, con el pelaje vuelto hacia adentro (...) gustan de adornos de sus personas y caballos (...) no tienen un carácter feroz y que hasta puede considerárseles amistosos».

Gigantes de la Patagonia
Aparte de su imponente estatura, los Aonikenk, tenían un gran desarrollo toráxico. Sus espaldas eran amplias y sus piernas fuertes, rasgos que facilitaban la caza terrestre.
Las mujeres eran de caderas anchas, más gruesas que los hombres, pero proporcionadas. También se caracterizaban por poseer dientes muy blancos. Esta característica, algunos autores se la atribuyen a la costumbre de masticar el fruto de color oscuro del maqui o molle, arbusto con cuya resina se elabora el incienso.
La adaptación de los Aonikenk a las duras condiciones climáticas y ambientales, dependía de una disposición fisiológica especial unida a una educación y alimentación reforzadora de las defensas, ya que desde la infancia eran formados para resistir y acostumbrarse al frío.
Como cazadores nómades, estaban dotados de un vigor y resistencia especial para adaptarse a las duras condiciones del clima austral. Además poseían un metabolismo de las grasas distinto al del habitante actual, logrando eliminarlas más lentamente, lo que contribuía a la mantención del calor corporal.

Armas
Las armas originarias de los Aonikenk eran la boleadora, la lanza y, en menor medida, el arco y la flecha.
Para la defensa y la caza utilizaban la boleadora.
Esta es un arma constituida por piedras del tamaño de un huevo cubiertas por una funda de cuero, y atadas a un lazo hecho con nervaduras de guanaco o avestruz. Aún en uso en la Patagonia por estancieros y ganaderos, se blande en el aire en forma de círculos y luego se lanza a los pies del animal que se quiere capturar.
Había tres tipos de boleadoras: chumé, yachiko, y bola perdida.
La chumé, tenía dos bolas y estaba hecha especialmente para la caza del avestruz.
La boleadora yachiko, tenía tres piedras y era usada en la caza del guanaco.
La bola perdida, un tipo de honda en la que no se recuperaba el proyectil.
Las armas de fuego, el caballo y el alcohol fueron incorporados a sus costumbres, con la llegada del hombre blanco.

Sociedad
Se organizaban socialmente en tribus, conformadas por varias familias emparentadas entre sí.
El cacique era el encargado de guiar y organizar las cacerías y frecuentes traslados del campamento.
La unión de varias familias ligadas por una relación de parentesco, conformaba una agrupación o tribu organizada bajo un jefe que dirigía las cacerías, expediciones y mediaba en los conflictos internos.
El cacique no era un líder político, su acción se concentraba más bien en la organización de ciertas actividades prácticas en cada tribu.
En caso de guerra con otras etnias, como los Puelches y los Mapuche, los caciques se unían y planeaban en asambleas las estrategias a seguir.
Los Aonikenk, además de ser una de las etnias más altas del mundo, eran longevos, a pesar de las extremadas condiciones climáticas.
El explorador Ramón Lista, quién convivió con los indígenas hace más de un siglo, constató en esa época la existencia de miembros de la comunidad octogenarios, nonagenarios e incluso algunos centenarios.

Medicina
A pesar de la extraordinaria aclimatación y fortaleza física, cuando las enfermedades se manifestaban la comunidad acudía a dos formas de medicina: la natural y la mágica.
El conocimiento de la medicina natural no era privativo de los chamanes, y se basaba en los recursos disponibles del entorno. El estreñimiento, por ejemplo, se curaba con el gauycurú, planta utilizada como purgante. También usaban el Té de Pampa (Satureja darwini), antiinflamatorio, antiespasmódico y antibacteriano, además de una hierba que crece en el estuario del Río Gallegos utilizada para los dolores reumáticos.
Se cree que, al igual que los Selk'nam, los Aonikenk conocieron los atributos del romerillo para agudizar la visión y la corteza de la zarzaparrilla (Ribes magellanica) para sanar los dolores de estómago.
Si la medicina natural no daba los resultados esperados, intervenían los chamanes para aplicar la medicina mágica. Para la sanación, estos utilizaban amuletos, piedras y sonajeros, objetos cuya función era espantar a los espíritus malignos con su incesante sonido.

Pinturas Corporales
Los Aonikenk pintaban sus cuerpos por razones estéticas y prácticas, como por ejemplo para protegerse del frío. Así, el rostro se resguardaba del viento helado de la zona austral, con pintura roja y negra.
La pintura era una mezcla de médula de hueso o grasa de guanaco, la que al cocinarse se convertía en materia gelatinosa. A esta sustancia se le agregaban tinturas naturales.
El rojo se obtenía al agregar ocre a la cocción y para obtener el blanco se usaba arcilla feldespática.
Las mujeres, en un sentido más estético, se pintaban la cara con zumo de calafate. Este es el fruto oscuro de un arbusto que tiñe de un azul intenso.
Usaron rústicos telares, probablemente de influencia mapuche, en la confección de fajas de ornamento para cabalgaduras, y probablemente para algunas prendas de vestir y de abrigo.
También manejaron rústicamente la platería llegando a confeccionar botones, hebillas y adornos, fundamentalmente usando el corte, perforación y moldeo.

Costumbres
Los Aonikenk creían que los ancianos muertos se reencarnaban en los niños. Cuando un joven fallecía, su alma vagaba sin destino y quedaba prisionera de la tierra, hasta que cumpliera el tiempo necesario para hacerse vieja.
Debido a este pensamiento animista, enterraban a sus muertos con sus objetos personales, sus armas y alimentos.
Creían que cuando un miembro de la tribu moría, cabalgaba hacia el otro mundo sobre su yegua, por lo que esta debía ser sacrificada al morir su dueño.
Los familiares introducían al difunto, con sus objetos de plata y armas más preciadas, dentro del quillango o manta de guanaco pintada. Luego la sellaban cosiendo todos sus bordes.
El modo de enterrar era en posición fetal, con el rostro mirando hacia el oriente y cubriéndolo con pesadas piedras.
Los Aonikenk preferían sepultar a sus muertos alejados de la comunidad, en las cumbres de los tchengue o cerros.

Rituales de Iniciación
Cada etapa en la vida de los Aonikenk, se iniciaba con un ceremonial específico.
Durante la gestación, la embarazada era separada de su pareja para evitar el contacto sexual, ya que se creía que el semen agrandaba el feto, dificultando el parto. Entonces comía carnes secas y evitaba los alimentos líquidos. Su madre o su abuela, la asistían en el nacimiento del hijo.
Al recién nacido se lo pintaba de color blanco, y luego se le asignaba el nombre, el que por general representaba características físicas, lugares de alumbramiento o el nombre de un familiar muerto.
A los cuatro años de edad, los menores asistían a la Ceremonia de los Aros; mientras a las niñas se les perforaban ambos lóbulos de las orejas, a los niños sólo uno.


Una aguja y crines de caballo, eran los instrumentos con que se hacían los orificios, que más tarde albergarían a los aros.
Al final del ritual se sacrificaba una yegua, momento en que los hombres ejecutaban el Baile de las Avestruces.
La primera menstruación, signo del paso a la adolescencia, era la ocasión en que se realizaba la ceremonia de iniciación femenina.
Al llegar a la adultez, la joven se preparaba para contraer matrimonio era el tiempo de la ceremonia La Casa Bonita.
Allí se preparaba para el acontecimiento de vivir en pareja, permaneciendo entre tres y siete días dentro de la singular vivienda.

Casa bonita
La Casa Bonita era similar a la vivienda de los Aonikenk, pero, en lugar de estar recubierta con piel de guanaco, era engalanada con ponchos nuevos, cojines, plumas de avestruz, cascabeles y campanillas con cuentas azules, rojas y amarillas.
Dentro de ella, el alimento de la novia se reducía bastante, evitando el consumo de grasas.
Por lo general, la abuela o el abuelo materno la acompañaban, asumiendo así el papel de educador y consejero de la joven en su nueva vida como adulta.
La joven aprendía las normas morales de la comunidad y las actividades cotidianas como lavar, cocinar, elaborar tejidos y el cuidado de los hijos.

La virginidad era muy valorada, razón por la que se le enseñaba a las mujeres, en dicha ocasión, a no tener relaciones sexuales antes del matrimonio. La ceremonia concluía con el sacrificio de yeguas y el baile masculino de las avestruces.
El matrimonio se festejaba con sacrificio de equinos y bailes, al igual que las otras ceremonias, con la diferencia de que no se daba carne a los perros ya que se consideraba un mal augurio.
La extracción de la sangre, el saludar a los espíritus, encarnados en determinadas formas de la naturaleza o el murmurar deseos al ver la luna nueva y la creciente, eran otras prácticas rituales cotidianas. La ceremonia se prolongaba hasta altas horas de la helada noche patagónica hasta que, al calor del fuego y del baile, se unían con sus fuerzas ancestrales.
Con la llegada del hombre blanco, a esta ceremonia se sumó el alcohol que, además de emborracharlos produciéndoles cambios conductuales, terminó por aniquilarlos.

El Baile Avestruz
Tras el sonido rítmico de tambores, flautas, arcos musicales y cantos Aonikenk, comenzaba el baile de las avestruces.
Los hombres destinados a participar en la ceremonia salían en fila desde un toldo.
Con el cuerpo cubierto de pieles y la cabeza con plumas de avestruz, comenzaban a dar vueltas alrededor del fuego acercándose hasta tocarse, y retrocediendo con movimientos que imitaban el andar de las avestruces y los guanacos.
Cantos colectivos y gritos, conjuraban el poder de las fuerzas del mal.
El ritmo de la danza aumentaba mientras iban transformándose en sus animales de caza, hasta que los hombres se quitaban los calurosos mantos de piel y mostraban sus fornidos cuerpos, pintados de colores.
Danzaban cubiertos solamente por un cinturón hecho de plumas de avestruz, conchas, campanillas y picos de aves.

Lengua
El Aonikaish, lengua de los aonikenk, está emparentada con el idioma selk'nam, ya que ambos pertenecerían al tronco lingüístico Tshon, distinto del indoamericano que agrupa al resto de los cazadores-recolectores de Sudamérica, (según Roberto Lehmann-Nistche).
El Aonikaish, esta compuesto por, aproximadamente, 25 sonidos básicos, de los cuales seis son similares a las cinco vocales españolas, más una de sonido similar a la ö, en alemán.
El estudioso Spegazzini (1884), describe del siguiente modo al aonikaish: «todos hablan con voz muy gruesa, haciendo repercutir las consonantes, muy despacio como si estuvieran cansados; la garganta es la que emplean más, como si fueran ventrílocuos; las vocales son pocas, y sólo las de las primeras sílabas pueden determinarse con seguridad, y escribirse, las demás son ininteligibles o semimudas».
Para un hablante de esta lengua, como lo era el explorador Lista, el Aonikaish, no sólo tiene una voz propia para cada objeto de la naturaleza, sino que también expresa ideas abstractas de un orden superior.
Rituales funerarios
Los Aonikenk creían que los ancianos muertos se reencarnaban en los niños, pero si un joven fallecía su alma vagaba sin destino, quedando prisionera de la tierra hasta cumplir el tiempo necesario para hacerse vieja.
Debido a este pensamiento animista, enterraban a sus muertos con sus objetos personales, armas y alimentos.
Creían que cuando un miembro de la tribu moría, cabalgaba hacia el otro mundo sobre su yegua, por lo que esta debía ser sacrificada.
Los familiares cosían el quillango o manta de guanaco pintada, introduciendo en ella al difunto con sus objetos de plata y armas más preciadas. Luego lo enterraban en posición fetal, con el rostro mirando hacia el oriente y lo cubrían con pesadas piedras.
Los Aonikenk preferían sepultar a sus muertos alejados de la comunidad, en las cumbres de los cerros.


Arte
Una de las manifestaciones que mejor expresan lo que fuera la variedad y riqueza de la vida espiritual de los aónikenk es el sentido que lograron desarrollar respecto del arte, en especial de la ornamentación.

Los aónikenk fueron artistas decoradores natos que supieron administrar y enriquecer su herencia manifestada en la gran pintura rupestre y en los aportes de otros pueblos con los que mantenían contacto. El sentido de su arte ornamental se manifiesta tanto en la sencillez como en la armonía de conjunto de sus diseños y en el empleo de una limitada gama de colores que supieron convinar con talento, consiguiendo resultados de notable belleza.

El sentido armónico entre creencias y estetica se patentiza en el uso de pinturas corporales que además de las funciones tradicionales de uso ceremonial y de protección (otras) era de tipo estético en las mujeres, las que solían pintar su rostro con zumo de calafate en la creencia de que les permitiría para blanquear el cutiz

Pintura Rupestre
Los antepasados de los aónikenk les legaron un rico patrimonio en laderas de los cerros, cuevas y farellones, donde dejaron grabadas las concepciones de un mundo preterito.
El arte rupestre de la Patagonia, cuya expresión más rica y conocida es la Cueva de las Manos en el norte de Santa Cruz, se caracteriza por el predominio de manos, contorneadas de pintura, o estampadas. Este estilo de manos resulta ser el mas antiguo (10.000 años). En la misma región de la Patagonia Centro-Sur, caracterizada por la proliferación de las manos, se puede observar el desarrollo del estilo de escenas con predominio de figuras de guanacos, realistas primero y después crecientemente deformadas. En menor grado se encuentran representaciones de avestruces y otras especies animales, y también del mismo hombre. En relación probable con el desarrollo de la cultura que desembocaría en la de los tehuelches historicos, floreció en tiempos posteriores (inicios de la era cristiana) un tercer estilo de grabados, esta vez elaborados con preferencia en farallones rocosos (bardas) y de difusión en toda la Patagonia, conocido como estilo de pisada, pues ilustra motivos que re presentan o imitan rastros de animales y humanos junto a motivos geométricos. Algunos de estos motivos, tipo laberinto, tienen relación con la idea central del Mas Allá, es decir, del bien, del mal y de la vida en el más allá.

Música
Los aonikenk fueron un pueblo que tuvo una especial sensibilidad por la mísica, manifestada especialmente en el canto. Fuera como expresión de alegría, tristeza u otra situación que los afectara colectivamente o personalmente, el canto siempre staba a flor de labios, y en tal sentido los testimonios son reiterados, tanto que sin exagerar podría afirmarse que ellos vivían cantando. También los cantos eran a causa de agradecimienmtos o de bienvenida, con fines propiciatorios o para conjurar amenazas y males. En tiempos más antiguos los ancianos cantaban las leyendas tribales, según infoma Munster, del mismo modo que canciones totémicas, como lo ha afirmado Casamiquela.
Su sentido musical se manifestó de distintas maneras. Especial interes demostraban por tocar la corneta y el acordeón y les agradaba de manera particular escuchar las cajitas de música, que solían presentarles viajeros y colonos. El tocar su instrumento llamado koolo era lo que les provocaba mayor placer, obteniendo de él una extraña y dulce melodía llena de sugestiones.
El koolo era un instrumento formado por el arco y su complemento de hueso que se deslizaba sobre la cuerda de crines. Era prácticamente el único instrumento propio, ya que el tamboril y el sonajero, se empleaban en dar ritmo a los pasos de baile con sus sonidos secos y amelódicos. Munster da a entener que el hueso también era soplado, sirviendo como instrumento de viento, lo que explicaría los agujeros practicados en algunos, a manera de una flauta, afirmación que ha creado confusión entre los estudiosos, aceptándose por alguno que se diera la combinación entre el arco y la flauta

Metales
Los aonikenk conocieron los metales en contacto con el conquistador europeo, no obstante ser una técnica ajena fueron diestros en la elaboración de todo tipo de artesanías y utensilios de uso corriente en la vida de la comunidad.. Pasaron casi tres siglos hasta que aprendieron a emplearlos como materia prima, moldeándolos por sí mismos para hacer con ellos sus propias creaciones.
Dominaron la técnica de martillar, moldear, perforar, desgastar y cortar, empleando en parte sus herramientas tradicionales y en parte las de origen extraño. y utilizaban como materiales trozos de hierro, latón, cobre o bronce que obtenían por trueque con los navegantes o con la recién establecida colonia chilena del estrecho de Magallanes o que recogían de los naufragios de la costa.
En el s. XIX eran famosos por sudestreza en la fabricación de variados objetos, entre ellos: botones, grandes y pequeños, cuadrados y redondos; campánulas, discos y piezas laminarees, tupus y aros de variadas formas, trabajados en bronce, cobre, plata, algunas de ellas de incrible maestría.
El trabajo artesanal del metal no solo lo realizaban los varones, pues consta por descripción del viajero Radburne que las mujeres trabajaban la plata, adornos y broches entre otros objetos.

El Cuero
El cuero era la materia prima más usada por los aónikenk en sus trabajos artesanales y vestimenta.
Se empleaban toda clase de pieles: guanaco, puma, zorros, gatos montés y de pampa, zorrino, caballo, vacuno e inclusiva, para algunos efectos, el cuero del avestruz.
Fuera de toda duda la pieza más conocida fabricada con este material era el kai o quillango, cuya importancia en el vestido y como producto de comercio justifica una descripción detallada en lo que se refiere a su confección. Su uso era con la piel hacia el interior y el cuero, con pinturas decorativas hacia el exterior.
El cuero de guanaco usado en las capas o quillangos, necesariamente debía ser de guanacos nonatos o de una cría no mayor de dos meses.

Los Yamanas

Yamanas
Los yaganes o yámanas son indígenas nómades canoeros, recolectores marinos, cuyos antecesores habitaron desde hace aproximadamente unos 6.000 años los canales fueguinos chilenos que se extienden al sur y hacia el oeste de la isla grande de Tierra del Fuego hasta los canales Magdalena y Cockburn. También habitaron la isla Navarino e islas ubicadas al sur de esta hasta el Cabo de Hornos y la orilla norte del canal Beagle, en territorios que actualmente pertenecen a Chile y Argentina.

Etimología
Yámana significa "hombre" en su acepción de "ser humano de sexo masculino" y ellos prefieren el nombre yagán para sí mismos y para su idioma.[] que también en otras fuentes es referido como yamaníhasha. La palabra yagán deriva de Yaga que era el nombre que daban al canal Murray, lugar donde solían reunirse y fue adoptado por los misioneros protestantes ingleses cuando establecieron una misión cercana a ese lugar.

Origen
Existen dos hipótesis de poblamiento, sensiblemente iguales a las de los kawésqar. Una que procedían del norte siguiendo la ruta de los canales chilotes y que atravesaron hacia el sur cruzando el istmo de Ofqui. La otra es que procedían desde el sur y poblaron las islas ubicadas al sur del Estrecho de Magallanes continuando hasta el Cabo de Hornos, en su punto de expansión sudoriental hacia el siglo XVIII lindaban con los manekenk, se considera que esporádicamente durante las temporadas calmas los yamana o "yaganes" arribaban a las islas Malvinas, allí habrían llevado el perro yagán que luego se tranformaría en el guará.

Ubicación geográfica
El área que ocupaban era enorme, pero no tan extensa como la de los kawésqar con quienes se juntaban en la isla Clarence, al sur del estrecho, cuando concurrían a buscar la pirita de hierro que empleaban para encender fuego, elemento indispensable para calentarse. Se conoce la existencia de cinco parcialidades yámanas, que correspondían a variedades dialectales de la lengua yagán.

Historia
Los yámana llegaron a su área de nomadismo hace unos 6.000 años. Eran bajos, "desproporcionados" (por su adaptación a una vida canoera solían tener extremidades inferiores poco desarrolladas y, por contrapartida, troncos y extremidades superiores muy robustas) y corpulentos. Sus primeros contactos sostenidos con el hombre blanco lo establecieron entre 1826 y 1830 con las tripulaciones del capitán Fitz Roy quién estimó una población de unos 3.000 indígenas y posteriormente, en 1871, con los misioneros protestantes que se establecieron en la actual Ushuaia.
En 1869 misioneros ingleses fundaron la misión anglicana de Ushuaia (de la Iglesia de Inglaterra), en la costa norte del Canal Beagle. La misión se convirtió en un polo de atracción para los yámanas, formando un poblado permanente que en 1880 era habitado por unos 300 yámanas.
El contacto con el hombre blanco trajo las enfermedades, sobre todo el sarampión en 1884 y la de neumonía y de tuberculosis en 1886 en las que los yámanas, concentrados en la misión anglicana, murieron por centenares. Estas enfermedades minaron a su población de tal forma que en 1908 sólo quedaban 170.
Hacia 1890 ya existía una colonia de más de 300 croatas en dichos parajes. A comienzos del siglo XX, las tierras ancestrales de los yamanas en la isla Navarino fueron ocupadas por extranjeros. En 1950 quedaban 63 yámana los que habían quedado reducidos a 58 un cuarto de siglo más tarde. Se incluye en esta cantidad a 10 personas que pertenecen al grupo étnico pero que no presentan antecedentes yámana, sino alacalufe. Entre los 58 ya señalados, se incluyen también 3 hombres y 5 mujeres que son los representantes actuales de los yámana "puros". Al respecto es necesario recalcar que estando ya cerrada la posibilidad de fecundación de las representantes femeninas de este pequeño grupo, estas ocho personas son los últimos individuos con ambos progenitores yámana que podrá tener este grupo étnico. En el futuro toda la descendencia de los yámana será mestiza.
Actualmente casi todos los miembros de la comunidad yámana residen en Villa Ukika, un poblado cercano a Puerto Williams en la Isla Navarino. Unos pocos yámanas más se han dispersado por otros lugares de Chile. En Argentina sólo se conoce la existencia de cuatro personas de esta etnia en la ciudad de Río Gallegos ciudad capital de la provincia de Santa Cruz.

Choque transcultural
En 1830 el capitán Robert Fitz Roy, a raíz de un incidente con un bote, capturó a 4 yámana; los embarcó en su nave, el Beagle, y los llevó a Inglaterra para educarlos y civilizarlos. Eran 3 hombres y una mujer, uno de los hombres murió al llegar a Inglaterra. Los 3 restantes luego de dos años de permanencia en Inglaterra donde hasta fueron presentados a los reyes emprendieron el regreso en el mismo Beagle al mando de Fitz Roy, desembarcando en la isla Navarino luego de un año de viaje. En cuanto Fitz Roy levó anclas, los tres fueguinos volvieron a su vida anterior. Estos habían sido bautizados como Fueguia Basket, York Minster, Boat Memory y Jemmy Button.
Exhibicionismo humano forzoso
El hombre blanco europeo desde su primer contacto con los indígenas patagónicos los consideró salvajes dignos de estudio. A partir de 1871 comenzó la exhibición de indígenas vivos en ciudades europeas y norteamericanas, costumbre que cesó a comienzos del siglo XX. Familias completas de las etnias kawésqar, yagán y mapuche fueron exhibidas en Francia, Inglaterra, Bélgica y Alemania. Llegaban secuestrados por encargo de sociedades científicas y por comerciantes que lucraban con su exhibición al público. Los viajes duraban entre 4 y 6 meses, y en ellos los indígenas solían enfermar y morir

Organización social
Formaban bandas que no tenían jefes. Durante el invierno buscaban refugio en las costas donde armaban sus chozas. La base era la familia dirigidos por el padre y con roles asignados a cada integrante. Estos grupos familiares coexistían e interactuaban constituyendo partidas de caza no muy numerosas, facilitándose de esta forma el desplazamiento por los canales y el abastecimiento de alimentos.

Idioma
Aunque su idioma está aún (2008) sin clasificar de un modo concreto por parte de la ciencia lingüística, resulta uno de los rasgos más señalados de su cultura ya que poseía un extensísimo glosario de unas 32.000 palabras (es el número de vocablos recopilados recopilado por Thomas Bridges aunque se considera superaban las 40.000);2 el idioma yamana tenía léxico muy especializado en algunos campos semánticos en cuanto llegaba a señalar definidamente objetos en cosas que en otras lenguas pasaban y pasan inadvertidas o resumidas en un nombre de conjunto (complexivo), y por otra parte lograba singulares síntesis (particularmente para reflejar conductas y estados afectivos) como lo demuestra la palabra mamihlapinatapai.

La canoa
La canoa era fabricada con cortezas, preferentemente de lenga. Su longitud era variable, entre 8 ó 9 metros, y en ella podía acomodarse una familia. La canoa era su vivienda flotante, pues en ella pasaban buena parte del tiempo
Curanderos y funeral
Entre los yámana existieron y fueron importantes los curanderos o "chamanes", llamados Yekamush, quienes podían sanar enfermos, curar desequilibrios emocionales e invocar a los espíritus. Cuando un yámana fallecía, lo envolvían con cueros y junto a él ponían sus pertenencias. Lo cubrían con tierra y ramas y abandonaban el lugar para siempre.

Vestimenta
Pese al frío húmedo de los territorios que habitaban su ropaje mantenía gran parte del cuerpo al descubierto, la explicación para esta aparente paradoja estaba precísamente en un modo de evitar la saturación por humedad (que acelera la pérdida de calor corporal) merced a la ventilación de las partes de la piel en donde menos se pierde calor. Usaban cueros de lobo marino o nutria sobre sus hombros, atados en el cuello y en la cintura esta pieza relativamente pequeña era desplazada sobre el tronco para tapar las zonas donde más incidía eventualmente el viento; utilizaban además, otro cuero que cubría sus genitales y fabricaban sencillos calzados de cuero semejantes a mocasines. Las mujeres usaban collares elaborados de huesos de ave o de caracoles pequeños.

Alimentación
Consistía principalmente en carne del lobo marino, nutria y carne de ballena; para cazar a estos mamíferos empleaban largos arpones. Además consumían una gran variedad de especies marinas, entre las que destacan las cholgas, erizos, centollas y diversos peces. Cuando acampaban, consumían complementariamente carne de guanaco y aves, así como hongos, bayas y huevos, también se alimentaban de pingüinos al espiedo (espetados sobre un fogón haciéndoles girar para que perdieran parte de su grasa la cual podía ser utilizada para cubrir la piel o como linimento). No eran agricultores. Rastros de sus sitios más frecuentados de alimentación son los Kokkenmodding que se observan en las costas de los territorios que habitaron.

Herramientas
Los materiales utilizados para la elaboración de sus herramientas fueron hueso, madera y piedra, agregando cueros de animales, sus tendones, nervios y fibras vegetales. Con ellos fabricaban sus armas e instrumentos de caza y pesca. Por ejemplo : lanzas ,flecahas ,etc

Pueblo Selk'nam

Pueblo Selk'nam
Los Selk'nam eran un pueblo nómade, que mantenía una economía de subsistencia basada en la caza terrestre, principalmente aves, que se complementaba con la recolección de frutos, hongos y raíces silvestres; junto con algunos productos marinos.
Se caracterizan por la elaboración de puntas de proyectil más perfeccionadas y eficaces que las de sus antecesores.
Los Selk'nam estarían emparentados con los Aonikenk o Tehuelches del sur a través de un tronco común, del cual los primeros se habrían separado ocupando la Tierra del Fuego.
Selk'nam es el nombre con que los habitantes nómades de Tierra del Fuego identificaban a su pueblo y cultura. Por ello hoy en día se privilegia esta denominación, ya que el nombre Ona otorgado por los yagan y luego popularizado desde la colonización del territorio austral, no emanó de la propia cultura Selk'nam.
Esta cultura, poseía un amplio mundo espiritual manifestado en ceremonias como el Hain, ritual de iniciación sexual en el que se revelaba a los adolescentes ciertos secretos tendientes a preservar su orden social: el patriarcado.
Los Selk'nam llamaban Karukinká al territorio que los acogió hace unos 10.000 años, la misma tierra que los españoles denominaron inicialmente Tierra de los Humos y finalmente Tierra del Fuego, debido a las fogatas que los indígenas encendían en las noches y que los conquistadores veían desde alta mar.
Los Selk'nam explican este hecho a través de leyendas que narran como sus antepasados quedaron aislados en la nueva tierra, cuando el agua cubrió el paso separándolos definitivamente de sus hermanos continentales.
Dos organizaciones religiosas crearon reducciones para los indígenas sobrevivientes: una en Isla Dawson y otra en Ushuaia. La primera, creada por un misionero salesiano, logró reunir a cerca de 1.000 Selk'nam, pero fue cerrada en 1912.
En sólo ocho años, la población se redujo a unos 270 indígenas, quienes sobrevivían bajo la protección de los hermanos Bridges, anglicanos, según constató en 1920 el antropólogo Martín Gusinde.
El clima frío y seco actual de la Patagonia Austral, no siempre fue así.Desde el 3.000 a.C., el clima habría comenzado a cambiar su calidez por frialdad y su humedad por sequedad ambiental, hasta llegar a las actuales condiciones de la zona. Guanacos, zorros colorados, cururos y una gran diversidad de aves, conforman la fauna autóctona del territorio.
Los cazadores fueguinos aprovechaban las raíces, diversos hongos y frutos silvestres que les proporcionaba el bosque fueguino y la estepa de su ecosistema.
Una ballena varada en la costa, las relaciones de intercambio, los torneos de lucha que marcaban el fin de las hostilidades entre las familias, las ceremonias de paz, o los ritos funerarios de un ser destacado, eran ocasiones en las que la comunidad se reunía.
La muerte de una ballena atraía la concurrencia de todos, inicialmente por el fuerte olor y luego por los fuegos encendidos por descubridores del animal, con el fin de llamar al resto de los Selk'nam. Estas ocasiones, en la que había comida para todos, eran propicias para realizar la ceremonia de iniciación de la adolescencia: el Hain.
Nómades y cazadores terrestres de la isla grande de Tierra del Fuego, los altos Selk'nam se alimentaban de aves, guanacos, zorros colorados y cururos, lo que se complementaba con la recolección de productos marinos, como mariscos o alguna ballena varada. Esto reunía a toda la comunidad Selk'nam y en ocasiones, compartían con los Yagán.
En 1881 se inicia la colonización moderna de la isla: el hombre blanco viene tras el oro austral.
Posteriormente, grandes inversiones destinadas a instalar en la Patagonia la ganadería, promovieron el exterminio de los Selk'nam, cultura que no conocía ni entendía la propiedad privada, y por ende consideraban natural la cacería de las ovejas.
Debido a esto, tanto los empresarios del oro como los ganaderos, pagaban a un tipo más especial de cazadores, los cazadores humanos, la muerte de los indígenas: con un par de testículos, los mercenarios cobraban su dinero.

Los Kawéskar

Los Kawéskar
Entre la península de Taitao y el Estrecho de Magallanes, por el laberinto de canales y fiordos en que se quiebra el paisaje austral, vivían los kawéskar -mal llamados alacalufes por muchos estudiosos-, siempre arriba de su hallef (canoa), recorriendo lugares donde hubiera abundancia de mariscos o donde se pudiera cazar lobos marinos o huemules. Los campamentos que instalaban en lugares abrigados de la costa eran precarios, compuestos de chozas de armazón de ramas cubiertas de cuero de lobo. En un medio geográfico tan difícil, con fuertes y constantes lluvias, bajas temperaturas y canales de aguas traicioneras, la estructura social era muy precaria. Agrupados en pequeñas bandas, éstas sólo se reunían con ocasión de una ballena varada o de alguna caza excepcionalmente abundante. La grasa animal era parte fundamental de su dieta alimenticia, que se complementaba con el consumo de mariscos recogidos por las mujeres.
Bajos y de marcados rasgos mongoloides, los kawéskar se diferenciaban claramente de sus vecinos aónikenk, con los que mantenían esporádicas relaciones de intercambio comercial. Con una población extremadamente dispersa, se desplazaban a través de enormes distancias en busca de alimentos, entablando relaciones con chonos y yámanas.
La cultura kawéskar poco pudo hacer frente al contacto con las tripulaciones de los barcos y los chilotes que se aventuraban por los canales australes para cazar lobos marinos. El establecimiento de un puesto naval en Puerto Edén -en la isla Wellington- a fines de los años ’30 aceleró más aún la desintegración social producto de las enfermedades y la progresiva aculturación. Radicados en Puerto Edén viven hoy los últimos descendientes de los kawéskar, ya casi indistinguibles de los chilotes que se han asentado en la zona.
Los kawéskar creían en un ser supremo llamado Xolas, creencia religiosa que se asemeja a las de sus vecinos selk'nam, yámanas y aónikenk. Practicaban el chamanismo, así como también ceremonias de iniciación a la pubertad (kálava) y ceremonias secretas masculinas (yinchihawa). Sin embargo, cuando entre 1946 y 1948 los visitó el etnólogo francés Joseph Emperaire, el imaginario religioso kawéskar estaba dominado por Ayayema, el espíritu maléfico de los pantanos que controlaba las tormentas y se llevaba a los hombres a su reino de muerte y podredumbre. Posible reacción frente a los efectos desintegradores del contacto con el mundo occidental, el cambio en las creencias tradicionales representa también un presagio del fin definitivo de la cultura kawéskar.

Los Chonos

Chonos
Entre el archipiélago de Chiloé y la península de Taitao deambulaban, a la llegada de los españoles, bandas de cazadores-recolectores que fueron denominados genéricamente, chonos. Organizados en pequeños grupos, viajaban sobre canoas de tablas cosidas llamadas dalcas, dedicándose a la caza de lobos marinos, peces y aves, así como a la recolección de mariscos, labor que realizaban las mujeres. Tuvieron contactos culturales con sus vecinos huilliches de la isla grande de Chiloé e incluso, en la zona sur de la isla se mezclaron con éstos formando un grupo mestizo que los huilliches denominaban payos.
Tras la conquista española de Chiloé y el establecimiento del sistema de encomiendas en la isla en 1567, los chonos establecieron vínculos más permanentes con la población chilota. Tras repetidos viajes de misioneros jesuitas a los archipiélagos de las Guaiytecas y Chonos para evangelizar a los indios, un grupo de chonos se estableció en 1710 en la isla Guar, a la entrada del canal de Chacao. Los jesuitas instalaron allí una misión, cuya corta existencia no fue obstáculo para el progresivo mestizaje y aculturación de un pueblo que, ya hacia fines del siglo XVIII, había desaparecido como tal, y se había mezclado con el común de la población chilota.

Los Poyas

Poyas
Se ubicaron por el sector cordillerano de Llanquihue, Chiloé y Palena. Incluso llegaban a ampliar sus correrías hasta la costa del Oceáno Pacífico. Se alimentaban fundamentalmente de frutos, raíces y carne de guanaco. Su organización social se basaba en la familia y practicaban la poligamia y poliandria (una mujer se casaba con varios hombres).
Altos y corpulentos, el temperamento de los poyas era pacífico y dócil.
Utilizaban frutas silvestres para hacer una bebida que fermentaban, alcoholizándola, y con la que solían embriagarse, o utilizar para envenenar a sus enemigos, agregándole sustancias tóxicas.
Los animales predilectos en sus cacerías eran los guanacos y avestruces, además de varias especies de pájaros, aunque después del siglo XVIII, y merced al aporte de los españoles, prefirieron dedicarse a los vacunos y caballares, que antes de los europeos desconocían absolutamente. Antes de ello, las cacerías eran a pie, utilizando el arco y las flechas. Para poder aproximarse a sus presas solían disfrazarse con las plumas de los avestruces, o bien con cueros de guanaco, e incluso utilizaban guanacos domesticados como cebo.
Como vivienda usaban un simple toldo consistente en una estructura sencilla o armazón de palos, que recubrían con pieles de guanaco y se orientaba hacia donde soplaba el viento. En el interior del toldo había mantas y cojines de cuero, que eran utilizados para acostarse.
La organización social de los poyas no tenía gran solidez. La base era el orden familiar, y por encima de esa estructura se producían agrupaciones o parcialidades de unas quince a cuarenta familias que solían tener un jefe. Entre sus funciones estaba la de guiar el rumbo del grupo dando un sentido a las constantes migraciones que caracterizaban el estilo de vida. Asimismo eran los que ponían algo de orden a la hora de cazar, y a veces se encargaban de distribuir una muy rudimentaria justicia de convivencia. Dirigían a su gente cuando se trataba de pelear o maloquear.
En materia religiosa concebían una causa oculta que llamaban "chahuelli", a la que ellos no tenían acceso, que podía ser origen tanto de cosas buenas como de malas, y explicaba los hechos que no eran comprendidos. Los poyas no cuidaban de sus enfermos. Cuando alguno enfermaba gravemente lo sacaban de la habitación para que muriera en el exterior, ya que creían que si lo hacía adentro el lugar quedaba apestado con el "chahuelli" que había entrado con la muerte. Enterraban a los muertos depositándolos en posición extendida sobre las cimas de las colinas. Recubrían el cadáver con piedras y sobre esa tumba realizaban sacrificios de animales que en vida fueron de propiedad del fallecido.
Se estima que la extinción de los Poyas, ocurrió a comienzos del siglo XIX.

Huilliches

Huilliches
Los Huilliches o "gente del sur", fueron llamados también veliches. Hablaban mapudungun y se localizaron al sur de los araucanos, entre el río Toltén y el canal del Chacao. Según estimaciones, el número de habitantes podría calcularse en 180.000 indígenas hacia 1535.
El denso bosque que se desarrollaba en el área de ocupación de esta etnia, dificultó la actividad hortícola. De allí es que la mayor concentración de población se encontraba en las márgenes de los lagos interiores, de origen glacial, y en las riberas de la intensa red fluvial regional. Las condiciones que ofrecía el medio permitió una mayor dedicación a la pesca. Con grandes canoas de troncos de árboles coníferas recorrieron ríos y lagos. Alcanzaron también un buen desarrollo en la caza y recolección terrestre, uso de leña y maderas.
Estudios etnográficos, señalan que el trabajo de platería era más desarrollado en los huilliches que en los araucanos. Se supone también que debieron tener algún conocimiento de la extracción minera y la metalurgia en pequeña escala, para elaborar algunos adornos de metal "zarcillos de cobre", en las orejas de las mujeres. A la llegada de los españoles adoptaron la idea de collares y otros adornos de plata, a modo de pequeñas piezas entrelazadas; que después se convierten en "típicos" del mundo mapudungun. Al igual que todos los araucanos desarrollaron una religión basada en dioses tutelares, es decir en buscar la ayuda en los espíritus de los antepasados. La música era una manera de conectarse con ese mundo extraterrenal, haciendo sonar las 3 notas musicales de la trutruca, y del kultrum.

Los Cuncos

Cuncos
Hacia 1535, su número aproximado de habitantes ha sido calculado en 100 000 individuos, distribuidos en la zona de Maullín, Chiloé e islas aledañas. Al igual que los Huilliche, Mapuche y Picunche hablaban mapudungun
El hábitat insular de los cuncos, representada por numerosas caletas y puertos litorales, incentivó el desarrollo de la pesca y recolección litoral, donde la caza del lobo de mar reviste gran importancia. La zona del Golfo de Reloncaví constituyó, junto a las numerosas islas adyacentes, el establecimiento más numeroso del indígena local, por cuanto las condiciones del medio permitió la práctica de una economía mixta, basada en la agricultura y ganadería junto a la pesca y recolección marina.
La recolección terrestre queda limitada a plantas y frutos silvestres y algunos hongos que crecen en los árboles. La caza del pudú y zorro pequeño, constituyeron los mamíferos de fácil captura.
Su establecimiento y modo de vida se ha definido como semi-nómade, por cuanto pasaban largas temporadas en sus embarcaciones, denominadas dalcas (dalcahue), dedicados a la pesca y caza, alcanzando islas muy lejanas donde también cultivaron la papa. No tuvieron pueblos organizados y su población estuvo repartida por todas las islas.
Según referencias históricas, una importante fuente de alimentación la constituyó el "curanto", herencia que se mantiene hasta hoy en día en el acervo cultural chilote. Este consistía en cocer una gran cantidad de mariscos, carnes, verduras y papas, en un hoyo al que agregaban piedras muy calientes. Para su cocimiento lo tapaban con ramas hojas y tierra. Indiscutiblemente la recolección de mariscos era una tarea diaria aún para mujeres y niños. De hecho se sintieron más apegados al ecosistema marino y litoral, que a las actividades de la tierra.

Los Puelches

Puelches
Los Puelches habitaron la zona cordillerana de Valdivia y Osorno. Su nombre significa "gente del este". Eran cazadores-recolectores que en un principio se dedicaron a la recolección de alimentos, pero más tarde, con el uso de herramientas como las boleadoras -instrumento compuesto de 2 o 3 bolas de piedra forradas de cuero unidas por ramales a una anilla-, se transformaron en cazadores nómadas, llegando hasta el sector oriental de la cordillera de los Andes en busca de la caza del guanaco, base de su alimentación, vestuario y vivienda, al igual que todos los pueblos precordilleranos. Después de la llegada de los españoles usaron hábilmente el caballo en su vida diaria.

Llevaban una vida similar a la de los Tehuelches, aunque su alimentación era más rica por la mayor cantidad de animales y por la posibilidad de recolectar vegetales silvestres comestibles. Además, vivían cerca de otros pueblos agrícolas, como los Araucanos y Huilliches, a los cuales solían asaltar después de la cosecha para quitarles los alimentos.

Se les describe como de menor estatura que los Araucanos. Se agrupaban en pequeñas bandas nómadas que en su desplazamiento llegaban, incluso, al lado argentino (zonas del Río Negro y Neuquén). Vivían en pequeños toldos de maderas cubiertos con cuero de animal y se sabe que los entierros se realizaban depositando, junto al difunto, sus posesiones personales al interior de pequeñas cuevas construidas para ese fin.
Desconocían la cestería igualmente la cerámica. También desconocían el tejido aunque adquirían mantas tejidas de los araucanos y españoles. Como adorno usaban aros metálicos grandes, collares de cuentas de piedra, etc..

Sus viviendas eran el toldo de cuero, transportable, hecho con una serie de palos terminados en horqueta y dispuestos rectangularmente en el suelo, cubiertos con otros palos encima y el todo recubierto con cuero de caballo, con el pelo hacia fuera; por lo común tenían dos entradas, en direcciones contrapuestas. El trabajo del cuero se hacia con un raspador de piedra primero, y luego con un sobador de piedra áspera y porosa luego se lo untaba con grasa.

El vestido estaba constituido por pieles y se completaba con plumajes, tanto para hombres como para mujeres; además los hombres usaban una cubierta púbica de piel, de unos 20cm de tamaño, atada con tres cuerdas; las mujeres usaban delantales que les cubrían desde la rodillas a la cintura. Se depilaban el cuerpo, las cejas, etc., y se pintaban de rojo y negro tanto en la expediciones de guerra como en las ceremonias funerarias. Las mantas de pieles iban también pintadas en varios colores y sus motivos eran también geométricos.

En su religión se señala la existencia de un dios supremo llamado gamakia Rara vez se le rogaba directamente sino que se dirigían a los espíritus de los antepasados, para que intercediesen, este dios supremo tenia esposa, de nombre gamkiatsm, y también había otros muchos dioses. Un genio del mal recibía el nombre de gualichu el cual enviaba la enfermedad y la muerte. Los muertos se inhumaban en cuevas en las montañas en posición encogida retobados en un cuero y con la cara hacia el poniente.

Pehuenches

Los Pehuenches
Si bien es cierto, los pehuenches pueden ser incluidos dentro del pueblo Mapuche, poseen una serie de características propias que los distinguen del resto de los aborígenes que conforman esta etnia. De ahí la importancia de analizar sus rasgos culturales; pues son estos los que los identifican de cualquier otro pueblo.

Organización
Una de las características fundamentales de este pueblo es el nomadismo. Como
anteriormente señalamos, el estilo de vida pehuenche podemos definirlo como
“Trashumancia circunscrita” por cuanto se desplazaban constantemente dentro de un
territorio definido.
De esta forma, la organización de los pehunches era muy simple, ya que las diversas bandas que formaban este pueblo estaban dirigidas por un solo Cacique o Ulmen; el que era elegido de acuerdo a los méritos mostrados por los guerreros en combate. La principal función de éste cacique era la de representar a las distintas bandas pehuenches frente a otros pueblos indígenas y ante los jefes hispano – criollos, firmando
acuerdos y tratados con estos.
Hacia el siglo XVIII, en la pampa argentina, la autoridad del cacique será mucho más fuerte, diferenciándose del resto de su gente por los bienes que poseía, entre los que se contaban, aparte de numerosos rebaños y manadas, toldos de uso exclusivo para guardar adornos de plata, ponchos, mantas, etc.; todos de su exclusiva propiedad.

ACTIVIDADES DIARIAS:
- La Recolección del Pehuen:
Como ya habíamos señalado, el nombre “Pehuenche” significa: “Gente del Pehuen”, lo cual deja en claro la posición central que este fruto ocupaba dentro en la cultura de éste pueblo.
En la recolección de este alimento no sólo participaban los hombres; sino que era una actividad que desarrollaba toda la familia: padres, madres e hijos. Pero esta actividad no era tan fácil como pudiera parecer. Este fruto debía ser disputado con algunas aves que también se alimentaban de él, como la Cachaña, el Choroy (que picoteaban los frutos existentes en los árboles) y el Cuchán (que atacaba los piñones
caídos al suelo).
La recolección se realizaba principalmente durante marzo; para lo cual los hombres trepaban a las araucarias antes de la plena maduración; o bien, recolectaban los frutos ya maduros que caían al suelo. En la primavera, se realizaba una recolección de menor importancia, a medida que el deshielo dejaba al descubierto algunos frutos que brotaban tardíamente.
Como estos piñones debían ser conservados durante todo el año, los pehuenches idearon un método sencillo e ingenioso con este fin: construían una especie de “bodega” bajo tierra, donde depositaban los frutos. Encima de ellos colocaba unas zanjas anchas con agua, que impedían la penetración del calor.
El piñón era consumido sancochado, convertido en harina, y tostado; especialmente cuando se le conservaba para el invierno y la primavera. También se usaba para preparar una bebida fermentada. Este fruto era consumido principalmente durante el invierno, cuando el número de caballos se reducía y la caza suministraba menos presas.
Se puede decir que la dependencia del pehuen fue muy grande principalmente
hasta la llegada de los españoles. Paulatinamente este producto fue reemplazado de la
dieta pehuenche con otros alimentos tales como la carne de caballo, mulas, vacunos, ovejas y el trigo. Ya para el siglo XVIII, la recolección del pehuen era muy floja.

- El Complejo del Caballo:
Uno de los principales aportes de los españoles a la cultura
pehuenche fue, sin lugar a dudas el caballo. Estos aborígenes no sólo lograron adaptar este animal a su vida diaria, sino que constituyó, particularmente en las pampas argentinas, un elemento indispensable para su vida.
En primer lugar, el caballo era el medio de transporte de los pehuenches. Nosolamente lograron domesticarlo sino que también se destacaron por la destreza con que manejaban al animal, la cual fue reconocida por los propios españoles.
Como ya dijimos, el hombre pehuenche, desde sus primeros años de vida, tenía contacto con el caballo, ya que a los pocos meses de edad, aprendían a afirmarse detrás de la madre en la montura. Es decir, la educación de joven pehuenche estaba orientada a convertirlo en un hábil jinete y guerrero.
Pero no solamente el caballo era utilizado como medio de transporte; sino que también ocupaba un lugar central en la dieta de los Pehuenches. La carne de equino era su alimento preferido; consumiendo su piel después de asarla superficialmente. Los interiores del animal (riñones, corazón, etc.) solían consumirla cruda, lo mismo que la cría del animal, si esta estaba preñada.
Cuando degollaban al caballo, la sangre era ocupada para lavarse la cara y las manos, hacer morcilla y limpiar sus mantas. Otro animal importante para los Pehuenches era el guanaco. , el cual brindaba carne y, después de la llegada de los españoles, algunos productos comerciales. Estos animales eran atrapados mediante el uso de boleadoras, para luego consumir su carne. La piel era utilizada como cubierta para las camas en el invierno, porser ligera y caliente.
De este animal, se obtenían también productos de cordambre, tales como riendas para caballos, que eran muy apetecidas por los españoles.

- El Trigo:
La adquisición de alimento no perecible representaba un gran problema para los Pehuenches. Esta escasez de alimentos se hacía más aguda hacia diciembre, designándose éste período como “tiempo de necesidad” o Villaquiyen. Este problema fue subsanado mediante la adquisición de maíz a araucanos y trigo a los españoles; convirtiéndose, este último en un elemento central de la dieta pehuenche.
El trigo era convertido en harina tostada y con ella hacían ulpo con agua fría, o chercan si era caliente. Este también servía para preparar pan, aunque no solían hacerlo con mucha frecuencia. Para ello humedecían trigo sobre un cuero y lo restregaban con los pies para sacarle el hollejo; luego lo dejaban secar y molían entre dos piedras. Esta masa era cocida colocándola bajo ceniza ardiente o bien, se la freía en grasa. Todo éste
método fue, directamente, transmitido por los españoles.

La vivienda Pehuenche: El toldo.
El toldo era una especie de “tienda” que los pehuenches construían para ser utilizada como vivienda. Este era construido usando el cuero del caballo. Estos pellejos eran cosidos usando como hilos los nervios de los propios equinos, formando dos paños de pieles. Luego, clavaban largas estacas en el suelo, en forma piramidal, para que escurriera libremente el agua, y los cruzaban con cañas de coligue. Después, sobre este
armazón, tendían los paños de cuero. En la cumbre, tenían una abertura para que saliera
el humo. En su interior estas tiendas poseían divisiones, hechas también de la piel del caballo, que tenían por objeto separar a cada esposa pehuenche.


Vida Social: matrimonio y bautizo
Como requisito para realizar matrimonio, el novio debía pagar a su suegro caballos, monturas, espuelas de plata, adornos y armas; o bien el pago eran vacas y ovejas.
En el ritual del casamiento los parientes de ambas partes se sentaban en semicírculos en el interior del toldo, donde se encontraban amarrados los animales que pagaba el novio. Luego, se realizaba la comida que unía a las dos familias. Para ello se sacrificaba un animal, le extraían el corazón y lo cocían en agua. El padre de la novia repartía las presas.
Una vez concluida la comida, el novio se llevaba a la mujer a su toldo, donde se hacía la boda al día siguiente, o en el día acordado.
La ceremonia del bautizo, si bien es propia de este pueblo, posee innegables influencias cristianas, por lo que, podemos afirmar es una herencia directa de los españoles. También en este ritual intervenía el caballo.
Los padres solicitaban a un amigo o pariente que sirviese de padrino. Este acudía en el día fijado, acompañado de amigos y deudos a la casa de su ahijado. Llevaba consigo una yegua o caballo gordo. En el patio del toldo derribaban al animal y le ataban las patas. Cada invitado colocaba sobre el vientre del cuadrúpedo los obsequios, y el niño era sentado en la cima de los regalos. Después uno de los concurrentes sacrificaba al equino, le extraía el corazón y le pasaban la vísera al padrino. Este hacía con este órgano una cruz en la frente del niño al tiempo que pronunciaba el nombre que se le ponía. La ceremonia continuaba al ofrendar el padrino el corazón al sol. Los
asistentes pedían, en voz alta, que llegara a ser fuerte y valiente defensor de la tribu.

Las Creencias religiosas.
En el próximo trabajo abordaremos más en extenso este aspecto, por cuanto esta íntimamente ligado con la cosmovisión de los pehuenches, es decir, la percepción que ellos tenían del mundo
Como todas las comunidades indígenas, los Pehuenche creen en la herencia de la tierra, ya que según ellos, las tierras fueron entregadas como un préstamo, por lo que deben cuidarlas y protegerlas.
La tierra es un tesoro que no pueden perder, ni vender. En esas zonas han nacido generaciones tras generaciones.
Al igual que el resto de los mapuches, los pehuenches desarrollaban ceremonias religiosas denominadas machitunes, donde también estaba presente el caballo como elemento fundamental.

Los Mapuches

Los Mapuche
Los Mapuche constituyen uno de los pueblos originarios más numerosos que sobreviven en la actualidad.

Con una población cercana al medio millón de individuos conservan aún su lengua, Mapudungún, y gran parte de su cultura. Se destacan los vínculos familiares y religiosos que los unen e identifican como una verdadera nación.
Antes del proceso de expansión Inca, los Mapuche, habrían habitado toda la zona del valle central, replegándose parcialmente hacia el sur presionados por el avance de los atacameños desde el norte.
Es el pueblo indígena que por sobre todos los de América resistió la dominación hispánica. El motor que impulsó dicha resistencia fue el concepto de tierra, Mapu, colectiva o tribal; la autonomía de los clanes y la unidad tribal y social en torno a la defensa de su territorio y su cultura.
La dispersión de la autoridad política, asentada en distintas jefaturas y ubicaciones territoriales dispersas, impidieron el éxito de la invasión y conquista española.

Origen
Los Mapuche en su origen remoto provendrían del gran tronco étnico mongólico llegado a América miles de años a. C. Mucho más adelante se habrían desprendido del subgrupo andino.
Se han formulado tres hipótesis acerca del origen de los Mapuche: 1. Menghin (1909) propone un origen amazónico .Es posible que, por ciertos rasgos concordantes de su cultura, hubieran partido de un subgrupo de la Amazonía, andinizado posteriormente. 2. Latchman, en 1924 postula que accedieron por los pasos andinos desde el territorio argentino actual, como un grupo étnico y cultural foráneo que se introdujo en el país como una cuña entre pikunches y williches, instalándose en la zona entre los ríos Bío-Bío y Toltén. Actualmente esta tesis ha caido en el olvido debido a que los hallazgos arqueológicos lo desmienten, especialmente el tipo de cerámica. Hay una clara influencia de atacameños y diaguitas (del norte) en la cerámica mapuche. En Tirúa y Pitrén se han encontrado restos cerámicos que así lo confirman. 3. Guevara en 1925 fundamenta el desplazamiento de Norte a Sur. Existen, también, evidencias arqueológicas y etnográficas de afinidad con la cultura de Tiwanaku.

Sociedad
La familia mapuche es el núcleo fundamental de su organización social.
Antes de la conquista española los pueblos del centro-sur vivían bajo un tipo de matriarcado. Los hijos llevaban la filiación y el totem de la madre (el marido debía ir a vivir con la familia de la esposa), sin embargo al momento de la conquista española, los hombres eran los jefes de familia, aunque los hijos seguían llevando el apellido de la madre.
A partir de allí se aceleró el cambio y la esposa debió ir a vivir a la agrupación del esposo, predominando desde entonces el concepto de familia patrilineal y virilocal.
El totem mapuche era la representación de un antepasado común de la tribu o la familia y no un dios o representación de figura espiritual.
El pueblo Mapuche no constituyó poblaciones, vivían dispersos, en familias, como en la actualidad.
Los lof que reconocían un origen común formaban un Kawin y estos a su vez al reunirse formaban un levo.
Un lof constituía un conjunto de familias de un mismo totem.
Los levos celebraban asambleas democráticas en las que las autoridades eran elegidas por votación libre.


Vivienda
La ruka tradicional tiene una sola entrada abierta hacia el Este, orientación que expresa la preferencia cosmológica mapuche por el Puelmapu (Tierra del Este) lugar donde moran las deidades.
No tiene ventanas. En su interior, a los costados, se disponen las camas y al centro el kütral o fogón. El humo que inunda la casa mapuche y cuyo hollín ennegrese sus paredes interiores, sale por los güllonruka, dos abertutras dispuestas a ambos lados de la cumbrera.
Al interior se disponen espacios para guardar víveres, y hay una multitud de artefactos domésticos que cuelgan del techo y paredes. Los más característicos son:
El wenku (banco), pequeño taburete labrado en un sólido bloque de madera. Cerca de la entrada, siempre estarán los witral o telares, que usan en el interior cuando el tiempo está malo y se sacan al sol en caso contrario.
La impermeabilización se hace por el humo y la grasa de los alimentos que van recubriendo la paja hasta formar verdaderas estalactitas de carbón. El fuego permanece siempre encendido en el centro. La construcción de la ruka se celebraba con una fiesta llamada rukatun en la cual se bailaba con mascaras de madera, llamadas kollón.


Pueblo Guerrero
Antes de la guerra contra los españoles los Mapuche sostenían luchas tribales, usando en ellas armas como: arcos cortos, flechas, lanzas largas, hondas, bolas de piedra, mazas arrojadizas, de madera o piedra llamadas macanas.
El Pacto de Guerra se hacía en una ceremonia en la que se sacrificaba una llama negra a la cual se le extraía la sangre. En ella se sumergían las puntas de flechas y lanzas; y la carne se comía para celebrar la alianza. El grupo que ganaba la guerra se llevaba a los vencidos como esclavos o los mataban. A los jefes vencidos se les cortaba la cabeza y se ensartaba en la punta de una lanza.
La victoria se celebraba en un campo abierto con un árbol de canelo Foye al centro. Alrededor de este árbol sagrado, hombres y mujeres danzaban cubiertos con pieles de animales. Bailaban, comían y bebían mucha chicha de maíz o de maqui.
De estas costumbres guerreras, en tiempos de la conquista, surgieron los Aillarewe dirigidos por un Toki. El padre Luis de Valdivia usa el término Rewe para designar al grupo local y Aillarewe -nueve rewes- para referirse a una agrupación más amplia.


Lengua
Tradicionalmente se ha considerado que la lengua mapuche, el Mapudungun, es una lengua aislada, sin relación directa de parentesco con ninguna de las lenguas del cono sur


Costumbres
El Wenumapu es el cielo en la mitología mapuche. En él viven los dioses.
El mayor de ellos y en cierto modo el único es Ngnechen. El controla a los dioses menores. En el wenumapu se realizan las mismas acciones que en la mapu o tierra realizan los hombres.
También se afirma que existe un solo creador, con distintos nombres.
El Minchemapu representa lo contrario: el mal, las profundidades. Es un mundo de espíritus malignos o wekufes. El poder de ellos produce las enfermedades y la muerte.
Además de Ngnechen, dueño o tutor de los hombres, existe el Chau o Antu. Es llamado también Antu fucha (anciano rey sol) y en su dimensión femenina es el Antu kuche (anciana reina luna).


Espacios Espirituales
El Ad-mapu constituye el saber permanente.
Este saber es un conjunto de símbolos y de prácticas tradicionales como también de creencias que señalan que tanto mapuche como tierra fueron creados por el Chao.
Con los ritos se recrea el Ad-mapu y así también la reciprocidad con Ngnechen, por los nuevos dones otorgados: la vida, la salud, la fertilidad.
El Peuma o sueño es el saber contingente. A través de él la machi puede saber el ritmo de los acontecimientos y el significado del sueño en los hechos cotidianos.
El Perrimontún son las premoniciones, a través de las cuales la machi recibe advertencias y anuncios sobre los sucesos del futuro.


Machitún
Esta ceremonia es la que se realiza para la curación de las enfermedades. La ejecuta la Machi que, en la actualidad casi siempre es mujer. Ella recibe a través de sueños las enseñanzas ancestrales y el poder de influir sobre la naturaleza de las enfermedades y otros fenómenos naturales.
El viajero E. R. Smith (mediados siglo XIX) la describe así:.
«Cuando se recurre a un machi, este hace su visita al amanecer, porque es la más precisa para sus manejos ...
El enfermo se tiende de espaldas en medio de la ruca y echan afuera a todos los parientes o se sientan vueltos hacia la pared. Después de examinar los síntomas de la enfermedad, el machi principia una larga ceremonia mágica que consiste en un canto monótono acompañado por el golpeteo de un pequeño tambor, formado de un cuero de oveja estirado sobre un aparato de madera.
Se excita, haciendo gestos y contorsiones violentas hasta que cae de espaldas como en ataque epiléptico, con los ojos vueltos hacia arriba, la espuma saliendo de la boca y el cuerpo agitado por convulsiones... y yace en el suelo como muerto, por mucho rato. A esta señal, unos jóvenes desnudos y pintados de una forma que causa espanto, montan a caballo sin montura, y corren furiosamente alrededor del rancho, llenando el aire con sus alaridos y gritos. Llevan antorchas que agitan sobre sus cabezas y blanden lanzas para espantar los malos espíritus que se supone están en acecho para dañar al enfermo.
Cuando se recobra de su ataque, el médico declara la naturaleza de la enfermedad y procede a administrar los remedios al paciente. Manipula al mismo tiempo la parte del cuerpo afectada, hasta que puede extraer la causa del mal, que exhibe con demostraciones de triunfo. Ésta generalmente asume la forma de una araña, un sapo u otro bicho que el machi ha tenido escondido».

Cestería Mapuche
La humedad del clima sureño ha impedido la conservación de estos objetos. Sin embargo los rastros de la cestería mapuche pueden seguirse a través de los relatos dejados por los primeros cronistas españoles y posteriormente por viajeros.

Son de carácter utilitario principalmente. Este cesto mapuche se puede considerar dentro de los más representativos de su cestería. Es de un tejido muy firme y tupido que junto a las características de su fibra de gran rigidez forman un contenedor de gran resistencia y capacidad. Sirve para contener, trasladar y lavar alimentos tales como el trigo y el mote.

Llepu o balai es el nombre que recibe este cesto de origen mapuche, que se ocupa principalmente para aventar y limpiar los cereales. Se teje en distintos lugares de la misma forma pero de distintos materiales: con ñocha en Arauco, con quila en Cautín y con Boqui Pilfuco en San Juan de la Costa. La técnica utilizada es la de aduja, con la que resultan objetos de gran resistencia y duración.


Cerámica
En la tierra mapuche se modelan hasta hoy una variedad de cacharros de factura simple y colores naturales, denominados metawes. Pitrén en el pasado representa el grado de desarrollo que este arte alcanzó antes de la llegada del conquistador.


La cerámica de origen mapuche, poco a poco va desapareciendo por la falta de uso. Se distinguen variantes estilísticas, pero en general son jarros asimétricos con formas de ranas o patos, algunas con ojos tipo "granos de café", vasos como tazón y platos. Pero cabe destacar las piezas llamadas "vasijas efigie", del color natural de la greda. Algunas representan seres humanos u objetos tales como los "jarros-pato" o "jarros-rana", posiblemente vinculados a "ngenko", "el dueño de las aguas". Entre los objetos alfareros que representan a seres humanos, se destacan varias piezas que representan a una mujer embarazada de pié y con sus manos abrazando o tocando su vientre, en clara alusión a la idea de fecundidad.


Tallado en Madera
El tallado en madera es una de las manifestaciones artesanales con mucha tradición en la zona mapuche, con esta técnica se hicieron los utencilios los antiguos habitantes de estas tierras, utilizando para ello las maderas de los ricos bosques del sector. Hoy se sigue trabajando de la misma manera, con el hacha y azuela desvastando y tallando la madera pero creando nuevos productos, algunos de tipo utilitarios como platos, cucharas y cucharones, fuentes, bandejas etc y otros en que el uso se complementa con la decoración inventando las fuentes gallinas, patos etc.

Se elaboran utensilios de uso doméstico como: bateas, platos, cucharas y otras ornamentales y de caracter ritual como el kollon, (máscaras de madera) especialmente en maderas nativas de alta duración y belleza, como el raulí y coigue.
Este tipo de artesanía transita entre la funcionalidad doméstica y el poseer un significado ritual, pues las máscaras que representan al Kollom cumplen un rol específico en la ceremonia del Nguillatun.
El rehue y el chemamull son troncos tallados que rematan en amplias cabezas. La máscara ritual, el kollón, se complementa con pelo de crin de caballo.


Orfebrería Mapuche
La platería mapuche se basa en sus creencias religiosas. Cada una de las piezas posee un significado especial, que trasciende a lo ornamental y tienen un valor mágico, por ejemplo, la "kaskavilla" era el instrumento mágico que usaba la machi para alejar a los malos espíritus y el "cintillo de plata" permitía el vínculo con los dioses. El material utilizado es la plata con técnicas de fundición y laminación por percusión fría o caliente.

Retrafe o platero se llamaba al hombre que realizaba tradicionalmente este oficio.
También se usaron monedas chilenas, que eran laminadas a golpes.
El nombre de las piezas que conforman el ajuar es: trarilonko (cintillo), lloven nitrowe (tocado femenino), chaway (aros), traripel (ceñidor de cuello), tupu y katawe (alfiler para la ropa), kilkai (collar colgante), sükill y trapelakucha (colgante pectoral, en la foto), prentedor (colgante pectoral de tres cadenas). Accesorios ecuestres como la ispuela (espuela), istipu (estribo) o los herrajes (riendas, cabezadas y el freno) llamadas en mapudungún witram plata, kafishatu y ketrel piriña.
El dualismo ordenador de la visión cósmica de la cultura mapuche incide también en la manifestación material de la platería, puesto que ahonda en dos universos distintos: la mujer, soporte del discurso simbólico mapuche, en donde se oculta y resiste la tradición ad mapu, a través de la cosmovisión suscrita tanto en las formas y contenidos dibujados en la platería; y lo masculino encarnado en los aperos de caballo que representan la sumisión de formas y contenidos huincas al linaje dominante mapuche.


Textilería Mapuche
La textilería de este pueblo es de origen prehispánico y son las mujeres quienes se dedican principalmente a esta labor.
El hilado se realiza con un kulio (huso) y el tejido con un witral o telar vertical para tejidos grandes.
La textilería mapuche abarca diferentes tipos de creaciones como: mantas, alfombras, cobertores y bolsos.


Vestimenta Mapuche
La vestimenta tradicional de la mujer mapuche consta del chamal o kepal; un paño cuadrado con el que se envuelve dejando el hombro izquierdo descubierto. La faja o trarihue que se amarra a la cintura; y la ikulla, un chal negro con borde azul o cuerda en la orilla.
En cuanto al hombre, usa un pantalón negro llamado chiripa y el makuñ una manta de tejido fino que puede tener una decoración simple o franjas de dibujos

Baile y Danzas
La danza es una actividad practicada por el hombre, que surgió de la necesidad que éste tuvo, de expresarse a través del movimiento. Se ha hablado de los motivos espirituales caracterizados por el temor, peticiones o agradecimientos a la divinidad; de motivos afectivos o eróticos; del motivo guerrero para asustar al enemigo y autoexitarse para acometer la lucha, o del motivo ligado al festejo de la cosecha, etc.
Todo esto explica porque la danza implica un mensaje, es significativa y tiene un contenido espiritual además del estético.

Literatura
La expresión literaria de los pueblos indígenas se manifiesta fundamentalmente en su oralidad.
Es la expresión verbal de sus tradiciones, rituales y relatos, el modo natural de entregar enseñanzas, valores y creencias espirituales.
El Nütram en el mundo mapuche, es la conversación que entrelaza retazos de mitos, recetas medicinales e historias de parientes y vecinos vivos y difuntos.
También se puede señalar la existencia de una forma de literatura de contenido étnico que manifiesta temas en relación a los pueblos originarios. Un papel que los cronistas españoles y de otras nacionalidades cumplieron en favor de la memoria de los pueblos indígenas y gracias a lo cual hoy se pueden reconocer culturas ya extintas.
La poesía mapuche de la actualidad está representada por un número significativo de poetas, constituyendo un espacio reconocido y destacádose en la literatura nacional nombres como Leonel Lienlaf, Elicura Chihuailaf, Jaime Huenún, Cesar Millahuique, Paulo Wirimilla y Bernardo Colipán. Entre las mujeres: Faumelisa Manquepillán, Graciela Guineo.

Los Chiquillanes

Los Chiquillanes
Los chiquillanes eran un pueblo indígena nómada que habitaba la zona central del actual territorio de Chile en la zona cordillerana, entre Los Andes y Rancagua.


Eran cazadores y recolectores, se alimentaban principalmente de guanacos y usaban su piel para toldos y vestuarios. Elaboraron piedras Tacitas. Se tiene muy poca información acerca de estas bandas.

Este pueblo se encontraba muy unido con los pehuenches, que en esa época todavía no estaban mapuchizados. Ese contacto era importante aún cuando territorialmente estaban segregados en pequeñas comunidades de no más de 100 individuos. Es necesario mencionar su nomadismo, el cual los llevaba a distintos parajes según la época del año.

Enterraban a los muertos en cuevas o bajo montones de piedra acompañados de sus utensilios personales, lo que hace suponer que creían en una vida extraterrenal

Los Pikunches

Pikunches
Los cronistas españoles nos han dejado abundante información sobre el desarrollo en que se encontraban estas tribus. Los llamaron Pikunches. Hablaban la lengua mapuche al igual que araucanos y williches, pero culturalmente estaban en un nivel superior debido a la adquisición de ciertas técnicas más evolucionadas, fruto de sus contactos con los pueblos del norte.
Enterraban a sus muertos bajo túmulos; poseían unas piedras horadadas que, provistas de mangos pudieron ser usadas como herramientas agrícolas.; tallaron pequeñas cavidades en grandes bloques de piedra conocidas como piedras tacitas, cuya función pudo ser la de morteros o depósitos de ofrendas ceremoniales.
Elaboraron una cerámica decorada con forma de trinaquio, distinta a todas las culturas prehispánicas de Chile

La sociedad
El caserío constituido por aprox. 300 personas, tenía como jefe a un cacique, dignidad hereditaria que gobernaba en forma independiente y autónoma de los otros caciques.
Cada una de estas unidades ejercía derechos de propiedad sobre la tierra cultivable; sin embargo los bosques y pastizales utilizados por rebaños de llamas y guanacos, fueron compartidos por todos.
Dentro del caserío los trabajos eran comunitarios. Solían invitar a trabajar con ellos a miembros de otras comunidades retribuyéndoles con fiestas, comidas y bebidas. Esta actividad social se denominó mingaco.
Las tribus Pikunches eran muy diferentes a las del norte. La abundancia de agua y la mejor calidad de los terrenos no los obligó a unirse en grandes grupos para emprender pesadas construcciones agrícolas, motivo por el cual tampoco se hizo necesaria la presencia de una poderosa autoridad central.
Simplemente cavaron canales para regar la tierra, tarea que podían asumir perfectamente los miembros de un caserío, ya que durante la siembra sólo requerían de un palo puntiagudo, la coa, para enterrar las semillas.

Formas de vida
Cultivaban maíz, porotos, teca, calabazas, ají, quinoa, oca, maní y papas. Todos ellos, a excepción de la papa, se importaron desde el norte.
La dieta alimenticia era complementada con carnes (cuy, guanaco, llama), peces y mariscos provenientes de intercambios con los changos de la costa.
Existían dos grupos sociales que revelaban más diferencias de status que económicas.
Caciques y chamanes, ocupaban las más altas jerarquías.
No presentaban, a diferencia del Norte, indicios de una pronta transformación en jefaturas, porque el sistema agrícola no impuso la presencia de un aparato burocrático para orientar y dirigir tareas con enorme inversión de energías, como sucedió en el desierto.

Historia
Los Pikunches también sufrieron la dominación Inca. Aunque constituían una rama de los Mapuche, eran menos belicosos que aquellos.
Con suficientes tierras y muy ricas, las guerras de expansión fueron escasas.
La poca resistencia ofrecida a los Incas hizo que estos no introdujeran grandes cambios en la estructura social, sino más bien los incorporaran al imperio a través de sus mismos caciques, convertidos en nobles del incanato.
También, para ejercer un control más directo trasladaron colonias de indígenas quechuas, aportados por el incanato. Eran llamados Mitimaes, y su presencia se encuentra ratificada por los restos culturales incas encontrados en cementerios, especialmente cerámica, como arívalos, y otros elementos propios de la civilización incaica.